«La cerámica es el nuevo yoga», dice una de nuestras ceramistas, antes de reírse a todo pulmón. Le damos toda la razón. Cada vez es más frecuente encontrar a diseñadores y artistas que también han hecho de la cerámica su modo de vida.
La razón es simple: es relajante, es creativa y tiene el privilegio de concretarse en algo material, lo que le da un carácter funcional, tan valorado en estos tiempos. Quizá por esas razones sea terapéutico y de ahí su popularidad, al grado de equipararse con tendencias como el yoga.
Como todas las actividades humanas, el grado de dificultad es un elemento clave para engancharse. La cantidad de retos a los que los ceramistas se enfrentan una vez que ponen «las manos en la masa» es impresionante…
«No importa cuánto tiempo lleves en esto, los resultados siempre te sorprenden.»
Al mirar una taza o un jarrón, raramente nos ponemos a pensar en todos los procesos previos que existieron para que ese objeto sea tal y como lo estamos viendo en este preciso momento. Una vez que analizas cada etapa en detalle, la cantidad de trabajo, tiempo y energía son monumentales… Hasta para una pequeña taza. Desde la búsqueda de las materias primas en algunas minas, hasta el control minucioso del fuego en el horno al momento de esmaltar, todas y cada una de esas actividades reclaman una habilidad que solo se obtiene de la experiencia y de años de estar en contacto con la cerámica.
La alfarería, tradición humana por excelencia, nos ha acompañado casi desde sus inicios, y los rudimentos de las ideas de materia y forma provienen de estos moldeamientos. No sé si habrá algo místico en el hecho de hacer objetos de la tierra, pero seguramente llegar a estos resultados a través de métodos tradicionales demanda una experticia que pocos dominan. Implica un conocimiento de causas y consecuencias en la materia que, muchas veces, nos recuerdan a tradiciones ancestrales. Cada ceramista, a su escala, sabe de esto. Desde el que realiza su obra en solitario hasta quienes se reúnen en pequeños o grandes talleres de producción, todos se encuentran en la misma posición de aprender, a base de ensayo y error.
El conocimiento de los materiales también supone la asimilación de los ritmos de trabajo con este peculiar material y de allí que, cuando hablamos de cerámica tradicional, nos referimos también a un modo de vida.
En este sentido, es necesario comprender que hay piezas de parecen de lo más básicas, pero que tardan, como mínimo, un mes en pasar por todas las etapas. Sin embargo, un ceramista sabe que con la cerámica no hay prisa que valga. Y más vale tomárselo con calma, antes de tratar de acelerar un poco. Un movimiento en falso podría arruinar toda la producción y, con ello, el trabajo previo que se ha invertido; un experimento, una nueva técnica, o un atajo es como lanzar una moneda al aire.
Todo esto se arruinaría si no cuidáramos hasta el último proceso de la cerámica y lo que es nuestro fuerte: hacer llegar piezas hermosas hasta tu cocina, restaurante, hotel… A tu espacio y a tus manos.
Con nuestros envíos seguros de cerámica a todo el país, la alegría de saber que todo llegó a salvo nos enorgullece. Nos da mucho gusto pensar en ese momento en el que abres tu paquete y las piezas están impecables, listas para entrar a tus anaqueles para usarse. Pensar que, en un simple objeto, ves el resultado de cada minuto de esfuerzo compartido para hacer algo bello para ti y los tuyos.
Saber que hacemos las cosas responsable, cuidadosa y éticamente, a través del comercio justo y respetando el oficio artesanal, para llevarlas directo a tu cocina, es algo por lo que vamos a seguir trabajando.
Cerámica, un modo de vida
«La cerámica es el nuevo yoga», dice una de nuestras ceramistas, antes de reírse a todo pulmón. Le damos toda la razón. Cada vez es más frecuente encontrar a diseñadores y artistas que también han hecho de la cerámica su modo de vida.
La razón es simple: es relajante, es creativa y tiene el privilegio de concretarse en algo material, lo que le da un carácter funcional, tan valorado en estos tiempos. Quizá por esas razones sea terapéutico y de ahí su popularidad, al grado de equipararse con tendencias como el yoga.
Como todas las actividades humanas, el grado de dificultad es un elemento clave para engancharse. La cantidad de retos a los que los ceramistas se enfrentan una vez que ponen «las manos en la masa» es impresionante…
Al mirar una taza o un jarrón, raramente nos ponemos a pensar en todos los procesos previos que existieron para que ese objeto sea tal y como lo estamos viendo en este preciso momento. Una vez que analizas cada etapa en detalle, la cantidad de trabajo, tiempo y energía son monumentales… Hasta para una pequeña taza. Desde la búsqueda de las materias primas en algunas minas, hasta el control minucioso del fuego en el horno al momento de esmaltar, todas y cada una de esas actividades reclaman una habilidad que solo se obtiene de la experiencia y de años de estar en contacto con la cerámica.
La alfarería, tradición humana por excelencia, nos ha acompañado casi desde sus inicios, y los rudimentos de las ideas de materia y forma provienen de estos moldeamientos. No sé si habrá algo místico en el hecho de hacer objetos de la tierra, pero seguramente llegar a estos resultados a través de métodos tradicionales demanda una experticia que pocos dominan. Implica un conocimiento de causas y consecuencias en la materia que, muchas veces, nos recuerdan a tradiciones ancestrales. Cada ceramista, a su escala, sabe de esto. Desde el que realiza su obra en solitario hasta quienes se reúnen en pequeños o grandes talleres de producción, todos se encuentran en la misma posición de aprender, a base de ensayo y error.
El conocimiento de los materiales también supone la asimilación de los ritmos de trabajo con este peculiar material y de allí que, cuando hablamos de cerámica tradicional, nos referimos también a un modo de vida.
En este sentido, es necesario comprender que hay piezas de parecen de lo más básicas, pero que tardan, como mínimo, un mes en pasar por todas las etapas. Sin embargo, un ceramista sabe que con la cerámica no hay prisa que valga. Y más vale tomárselo con calma, antes de tratar de acelerar un poco. Un movimiento en falso podría arruinar toda la producción y, con ello, el trabajo previo que se ha invertido; un experimento, una nueva técnica, o un atajo es como lanzar una moneda al aire.
Todo esto se arruinaría si no cuidáramos hasta el último proceso de la cerámica y lo que es nuestro fuerte: hacer llegar piezas hermosas hasta tu cocina, restaurante, hotel… A tu espacio y a tus manos.
Con nuestros envíos seguros de cerámica a todo el país, la alegría de saber que todo llegó a salvo nos enorgullece. Nos da mucho gusto pensar en ese momento en el que abres tu paquete y las piezas están impecables, listas para entrar a tus anaqueles para usarse. Pensar que, en un simple objeto, ves el resultado de cada minuto de esfuerzo compartido para hacer algo bello para ti y los tuyos.
Saber que hacemos las cosas responsable, cuidadosa y éticamente, a través del comercio justo y respetando el oficio artesanal, para llevarlas directo a tu cocina, es algo por lo que vamos a seguir trabajando.
¡Muchas gracias!